Cartas a una joven poeta (Rainer Maria Rilke)

cartas


Traducción de Manuel Cuesta Aguirre      Errata Naturae - 232 págs. - 21€

La otra cara de la moneda de las Cartas a un joven poeta, esta vez en una clave radicalmente feminista y LGTBIQ+

En 1920, el gran vate del siglo XX, Rainer Maria Rilke, recibe la carta de una jovencísima aspirante a poeta llamada Anita Forrer. Sus versos no le gustan, y así se lo hace saber, pero en su misiva intuye una personalidad singular dotada de un coraje y un hambre vital poco comunes. Comienza así una correspondencia que duró seis años, interrumpida sólo por la prematura muerte de Rilke.

Sin duda, la intensidad excepcional de esta correspondencia tiene su origen en un hecho fundamental que cambió para siempre la vida de Anita.

Al poco de empezar a escribirse, ella le relata a Rilke la angustia que vive tras haber cometido «una inmensa transgresión»: un acto de amor apasionado con otra mujer. Por ello su familia la obliga a acudir a un psiquiatra que intenta convencerla de su bajeza.

Rilke, sin embargo, desautoriza a aquel médico y defiende ante Anita la naturaleza perfecta de todo amor, incluido con las personas del mismo género. Así, gracias al respaldo de su nuevo maestro —un hombre que ostenta una inusual apertura mental y una concepción sagrada de la libertad—, Anita fue capaz, por un lado, de aceptar su atracción hacia otras mujeres, y poco después se enamoró locamente de la escritora de culto Annemarie Schwartzenbach, icono aún hoy del inconformismo y la provocación, convirtiéndose tras la temprana muerte de ésta en su albacea testamentaria y en responsable de su obra.

Y, por otro lado, decidió colaborar con los servicios secretos estadounidenses en varias misiones de alto riesgo para ayudar a derrotar al régimen nazi.

"Déjeme, querida señorita, que empiece agradeciéndole su carta. Es una carta maravillosa y entrañable, y que me trata, precisamente porque evita los tratamientos convencionales, de una forma cercana y directa.

Mantenemos, entonces, esa promesa de seguir en contacto. Quisiera sólo ser capaz de prolongarla, alguna que otra vez, refiriéndome a algún trabajo pura y hermosamente cumplido...

A la primavera, por muy pronto que aquí pueda manifestarse, no creo que vaya a esperarla en esta zona. Es probable que en unas semanas me traslade a una finca cercana a Basilea, donde se me prometen una quietud y una soledad más resguardadas. Eso es para mí, ahora, lo más importante.

En cuanto a Los apuntes de Malte Laurids Brigge, yo a usted —si es tan joven como presumo— se lo habría quitado de las manos para no devolvérselo hasta unos años después. En ese libro se evocan cosas realmente atroces, y podría llevar a pensar que la vida se presenta como algo hasta cierto punto inviable e inasequible. Eso no sería coherente con la verdad más alta y fundada. Resulta, sin embargo, que ese texto sólo se está leyendo bien si se comprende cómo, ante todo, en cada una de sus páginas se está identificando y reconociendo la grandiosidad descomunal del mundo: una grandiosidad de una fuerza tan superior que dentro de ella era dado representar lo más vil y miserable, lo cual, de hecho, no se opone a ella, sino que en ella se transforma, refuerza y confirma su carácter inagotable. Ésa es, sin perjuicio de que él se vaya en el proceso a pique, la vivencia de Malte. Pero yo temo siempre —no sin razón, desde luego— que la gente joven no sepa leer así, contra la corriente de sus páginas, ese libro apremiante. Usted, en cambio, escribe con calma sobre él y alude sólo a su asombro ante ciertas consonancias, frente a las impresiones afines. Comprendo así que lo ha asimilado con perspectiva y cordura, y por lo tanto no me debo preocupar en el sentido de que le haya resultado abrumador o desconcertante.

Un alarde virtuoso que salta de la prosa poética al haiku, la seguidilla o el verso blanco, con homenajes a autores de cabecera y un romanticismo cotidiano donde no faltan el erotismo y el humor.

En lo que a sus pequeñas «tentativas» se refiere, me encantó tener junto a ellas algunas de las páginas de su carta. Cuánto más verdadero y especial es el modo en que usted se expresa en éstas... Yo le sugiero que se ejercite, antes bien, en poner por escrito en prosa las cosas que siente. Jamás me cansaré de prevenir contra la sugestión de la rima, que de manera imperceptible viola y enajena lo que uno cree confiarle, lo cual, en rigor, se extravía en el camino a la conversión lírica no lograda. No deja de plantear problemas, desde el punto de vista de la veracidad con uno mismo, el que uno se coloque, precisamente, donde más querría reconocerse, en una forma que lo desfigura, lo malcría y lo merma un poco. Mediante la prosa —me lo muestran con suficiente claridad sus dos entrañables y verídicas cartas—, usted es capaz de trazar unos perfiles precisos y puros para sus sentimientos. Se espantaría si le expusiera cuán vagos e insustanciales resultan, por comparación, esos versillos.

Esto podía decírselo, ¿verdad? Y lo pienso con la misma intensidad con que lo expreso.

Le ruego que siga usted, para conmigo, bien dispuesta y en cariñoso contacto."

Rainer Maria Rilke

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Cartas a una joven poeta (Rainer Maria Rilke)

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